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jueves, 13 de noviembre de 2014

ISABEL ALLENDE.- La casa de los espíritus

La casa de los espíritus narra la historia familiar de los Trueba, contada en primera persona por uno de sus protagonistas principales: Esteban Trueba (en torno al cual gira la historia), a través de sus recuerdos y los "cuadernos de contar la vida" de Clara (su amada esposa) hasta que este fallece y entonces remata la obra su nieta Alba, en el epílogo.
La acción discurre en un anónimo y exótico país de América Latina, a lo largo de un siglo y relata las vivencias de la saga familiar, nacimientos y muertes, amores y desamores, relaciones personales entrelazadas, que se narran y describen magistralmente.
Muestra las peculiaridades de la familia que habitan en la "casa de la esquina", (en la capital) y a temporadas también en la finca "Las Tres Marías", sus personalidades tan dispares,  sus miedos y pasiones, así como la particular forma de pensar de cada uno y su forma de entender y vivir la vida e implicarse también desde el punto de vista de la situación política del país.
Así vemos como Esteban Trueba "el patrón" es conservador, llegando a ocupar durante un tiempo el cargo de Senador, mientras su hija y nieta son  "marxistas-comunistas - socialistas".  Según pasa el tiempo va dando pinceladas de como los personajes han ido forjándose su destino y como van cambiando o afianzando su ideales a medida que crecen y maduran, a través del tiempo y sus experiencias.  

RETAZOS DE LA HISTORIA

- igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo de lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene nada que ver con la realidad. Morir es como nacer: solo un cambio -

- las cosas están muy revueltas en el campo, patrón - le advirtió muchas veces su administrador. Los campesinos están alzados. Cada día hacen nuevas exigencias. Uno diría que quieren vivir como los patrones. Lo mejor es vender la propiedad.
Pero Trueba no quería oir hablar de vender-"La tierra es lo único que queda cuando todo lo demás se acaba", repetía igual que como lo hacía cuando tenía veinticinco años y lo presionaban su madre y su hermana por la misma razón. Pero con el peso de la edad y el trabajo político, Las Tres Marías, como muchas otras cosas que antes le parecieron fundamentales, había dejado de interesarle. Sólo tenía un valor simbólico para él.

- Jaime estaba seguro que triunfarían finalmente los socialistas, después de tantos años de lucha. Lo atribuía a que el pueblo había tomado conciencia de sus necesidades y de su propia fuerza. Alba repetía las palabras de Miguel, que sólo a través de la guerra se podía vencer a la burguesía. Jaime tenía horror de cualquier forma de extremismo y sostenía que los guerrilleros sólo se justificaban en las tiranías, donde no queda más remedio que batirse a tiros, pero que son una aberración en un país donde los cambios se pueden obtener por votación popular.