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jueves, 20 de febrero de 2014

ANTOINE DE SAINT-EXUPERY.- El Principito.

Todas las personas mayores fueron al principio niños.  (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)

Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.

Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.


A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?
 Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle. 
Pero nosotros, que comprendemos la vida, 
nos burlamos de los números.

No se debe nunca escuchar a las flores. 
Sólo se las debe contemplar y oler.
La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.
Se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar

El principito se sentó en una piedra y levantó los ojos hacia el cielo.  – Me pregunto –dijo- si las estrellas no estarán iluminadas para que cada uno pueda un día encontrar la suya.
Esto es el desierto y en el desierto no hay nadie….Se está un poco solo en el desierto…
- También se está solo entre los hombres – sentenció la serpiente

Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra… Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio.

Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.

Las geografías - dijo el geógrafo -  son los libros más preciosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de sitio. Es muy raro que un océano se quede sin agua. Nosotros escribimos cosas eternas.  …
¿Pero qué significa efímeras? …
- Significa  “que lo amenaza una próxima desaparición”

Solo  los niños saben lo que buscan. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…
Te juzgarás a ti mismo. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio. 
Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas.
 ¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?

- Me sirve para ser rico.
-¿Y de qué te sirve ser rico?
-Me sirve para comprar más estrellas.


Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria.”
Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.

Dialogo entre el Principito y el zorro
Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”
-          Busco amigos. ¿Qué significa domesticar?
-          Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro – Significa crear lazos.
-          Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-          Sólo se conocen bien las cosas que se domestican.
-           Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. 
No era más que un zorro semejante a cien mil otros.
 Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo. 
Eres responsable para siempre de aquello que has domesticado.
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso.
A medida que se acerque la hora  me sentiré más feliz. Y  a las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, no sabré nunca a qué hora vestirme el corazón… 


“He aquí mi secreto, es muy sencillo: sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.”

Y cuando mires al cielo por la noche, como viviré en una de ellas, como reiré en una de ellas, para ti será como si rieran todas las estrellas.




domingo, 9 de febrero de 2014

EUGENIO NOEL.- Las siete cucas : Una mancebía en Castilla

BASADA EN UNA HISTORIA REAL:  Esta es una de las interesantes historias que una buena amiga me contó. Sucedió en el pueblo donde trabajo:  Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), a principios del siglo XX.

Argumento de toda la obra

Las siete cucas eran seis arrogantes mozas, hijas de Saturnina, mujer de hermosura tan noble como su conducta casera. Las siete servían de criadas en las mejores Casas epulonas de una Ciudad Castellana cuyo nombre nada importa. tuvieron la desgracia de que el llamado de alias Cuco, su padre, fuera ahorcado en la Villa por cierto delito de sangre y, asustadas las Señoras sus Amas, arrojáronlas al arroyo, negándoles el pueblo misericordia y hasta el pan. Aconsejadas de Satanás, en forma terrena de cierto basilisco por Martina la Cheira conocido, acertaron  a caer en la más desatinada e insospechable bellaquería que pudieran concebir ánimos enloquecidos por el dolor  y el desprecio. Como fue abrir una Mancebía de la que ellas mismas,  hijas y madre, se hicieron cebo de escándalo y trágica perdición de los propios que las humillaron. Vengándose así y bien cumplidamente de quienes debieron a la hora fatal redimirlas, en justicia, de toda represalia. 

Con los libros dimos, Sancho.  Estos libros estaban muy en orden y era edificante curiosearlos. Dos de los armarios contenían los despojos de la Biblioteca de un Convento, abandonado cuando la Desamortización o el Degüello, en lo que se parecían tales cuerpos a los de todas o casi todas las Bibliotecas hispanas que [así] se han formado. Pero una mano, ducha y hasta maestra en el intríngulis libresco o librario, había catalogado amorosamente.
No por materias, que eran una sóla [teología, cánones, lugares], sino por escuelas, lo que revelaba dominio regular de la disciplina, una mas que regular paciencia, y hasta cierto acendrado patriotismo, pues allí dominaban, como en la realidad de esas ciencias lo hicieran a su hora, los insuperables tratadistas [de casa]. 
Soto, Victoria, Cano, Fonseca, Pereira, Vásquez. Tremendos monumentos en pergamino y por docenas de docenas. Oh, el buen Huet que hubiera pensado en estas montañas o elefantes de papel sabio, él que redujo cuantos libros se han escrito desde el principio del mundo a ...[diez-infolio]...Tractatus; De Solubilis e Insolubilis; De Impositionibus; De Oppositionibus; Index Locupletissimus; Paraphrasis et Scholia; De Nomine Intelechia; y Suárez, mucho Suárez, todo Suárez...
Allí, arrancando de [un Dios nos libre de él] Hipotyposeon Theologicarum, comenzaban las memorables cincuenta y cuatro Disputationes Metaphisicae del inexorable granadino, en ventiséis volúmenes gigantescos por el tamaño y de tuétano como para chuparle sin melindres.
Y que encaja aquí, y si no aquí la encajamos y Dios con todos, la observación nada lega ni de plato vado que se han hecho Arciprestes como el Padre Higuea y otros  que no van precisamente para Obispos; es a saber que los tales libros mostrencos [verdaderas mohedas en las que el entendimiento menos medroso se encoge de espanto]así se acaban como mi abuela.  Porque ni incendios, ni bibliófilos, ni ratones, ni anticuarios, finiquitan con los tales. Huyen los frailes de sus cenobios, dejan su Biblioteca en manos de la Providencia y como si fuera verdad el caso. Ni el aire, el agua o los años son capaces de rematar esos libros. No se extravían ni en las mudanzas. No se pierden aunque los tiren. No se aburren o mueren solos como los otros libros pobrecillos que enferman, talmente como las criaturas, perdiendo primero el color de la letra y paso a paso, las entrañas, tejidos y lomos hasta no quedar piltrafas ni hilachas de texto y tapas. 
El otro anaquel apretujaba infinidad de tomos iguales por fuera y el Señor nos libre de creer que también por dentro. Tratábase de las ediciones coleccionadas por el  Abate Migne, un Patrologiae Cursus Completus, cerca de doscientos tomos de Padres Latinos; en más de doscientos, los Padres Griegos. Y aquellos, en latín, y éstos, en griego, claro está. Porque don Juan Higuea, párroco pueblerino y capellán de las Carmelitas, bebía el vino [sin agua] y el saber [en sus fuentes].

BIOGRAFÍA DE EUGENIO NOEL

http://javierbarreiro.wordpress.com/2013/05/10/eugenio-noel/

PEDRO DE PAZ.- El documento Saldaña

En su opinión, las dos mayores patrias a las que una persona podía aspirar a lo largo de su vida eran los seres a los que había amado y los libros que había leído. Puesto que de la primera de ellas no le quedaba vestigio alguno, Cortés se aferraba a la segunda con toda su alma.

Le fascinaba evadirse refugiándose entre aquellos libros de Historia Militar, evocando tiempos pasados en los que aún existían una serie de valores, códigos y normas por las que los hombres vivían, luchaban y morían.
Hoy en día ya no quedaba una mierda de todo aquello. Honor, lealtad, nobleza, honestidad. Palabras huecas en un mundo hueco. Palabras vanas que usar como moneda de cambio. Por ese motivo, su último amparo eran aquellos libros en los que aún podía encontrar el leve vestigio de algo perdido hacía ya mucho tiempo, el rastro de una esencia a la que Cortés concedía el valor que realmente tenía. Y de ese germen había nacido su pasión por aquel tipo de lecturas. 

domingo, 2 de febrero de 2014

MARIO VARGAS LLOSA .- La civilización del espectáculo.

La información audiovisual, fugaz, transeúnte, llamativa, superficial, nos hace ver la historia como ficción, distanciándonos de ella mediante el ocultamiento de las causas, engranajes, contextos y desarrollos de esos sucesos que nos presenta de modo tan vívido. Ésa es una manera de hacernos sentir tan impotentes para cambiar lo que desfila ante nuestros ojos en la pantalla como cuando vemos una película. Ella nos condena  a esa pasiva receptividad, atonía moral y anomia psicológica en que suelen ponernos las ficciones o los programas de consumo masivo cuyo único propósito es entretener.
Es un estado perfectamente lícito, desde luego, y que tiene sus encantos: a todos nos gusta evadirnos de la realidad objetiva en brazos de la fantasía; ésa ha sido, también, desde el principio, una de las funciones de la literatura. Pero irrealizar el presente, mudar en ficción la historia real, desmoviliza al ciudadano, lo  hace sentir eximido de responsabilidad cívica, creer que está fuera de de su alcance intervenir en una historia cuyo guión se halla ya escrito, interpretado y filmado de modo irreversible. Por este camino podemos deslizarnos hacia un mundo sin ciudadanos, de espectadores,  un mundo que, aunque tenga las formas democráticas, habrá llegado a ser aquella sociedad letárgica, de hombres y mujeres resignados, que todas las dictaduras aspiran a implantar.