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jueves, 6 de marzo de 2014

FERNANDO SAVATER.- Las preguntas de la vida

" ... la filosofía no es la revelación hecha por quien lo sabe todo al ignorante, sino el diálogo entre iguales que se hacen cómplices en su mutuo sometimiento a la fuerza de la razón  y no a la razón de la fuerza".

El porqué de la filosofía

Árbol de sangre, el hombre siente, piensa, florece y da frutos insólitos:  palabras. 
Se enlazan lo sentido y lo pensado, 
tocamos las ideas :  son cuerpos y son números. 

Octavio Paz

Las verdades de la razón

La muerte, con su urgencia, ha despertado mi apetito de saber cosas sobre la vida. Quiero dar respuesta a mil preguntas sobre mí mismo, sobre los demás, sobre el mundo que nos rodea, sobre los otros seres vivos o inanimados, sobre cómo vivir mejor...

El físico Albert Einstein, quizá el científico más grande del siglo XX, comentó una vez:"Lo más incomprensible de la naturaleza es que nosotros podamos al menos en parte comprenderla."

Y Einstein no dudaba  de que la comprendemos al menos en parte. ¿A que se debe este milagro? ¿Será porque hay en nosotros una chispa divina, porque tenemos algo de dioses....?

Artificiales por naturaleza

Quienes recomiendan comportarse "de acuerdo con la Naturaleza" seleccionan unos aspectos naturales controlando sus pasiones y respetando al prójimo, mientras que por ejemplo el marqués de Sade estaba convencido de que no hay nada más natural que hacer cuando nos apetezca, caiga quien caiga y por mucho dolor que se produzca a los demás.
Calicles sostiene también que la primera "ley" de la Naturaleza dice que los mas fuertes e inteligentes tienen derecho a dominar al resto de los hombres y a poseer las mayores riquezas... y considera antinaturales  e injustas las leyes democráticas que establecen la igualdad de derechos en la polis, las cuales protegen a los débiles y difunden una moral semejante a la de Sócrates, según la cual es preferible padecer un atropello que causarlo. 
No faltan hoy científicos sociales o políticos que le dan la razón más o menos explícitamente a Calicles en nombre de la teoría de la evolución de Charles Darwin:  si la Naturaleza va seleccionando a los individuos más aptos de cada especie (y a las especies más aptas entre las que compiten en un mismo territorio) por medio de la "lucha por la vida" que elimina a los más frágiles o a los que peor se acomodan a las circunstancias ambientales, ¿no debería la sociedad humana hacer lo mismo y dejar que cada cual demostrase lo que vale, sin levantar a los caídos ni subvencionar a los torpes? Así la sociedad funcionaría de modo más natural y se favorecería la multiplicación de la raza despiadada pero eficaz de los triunfadores...

Sin embargo, estos Calicles modernos no han leído con demasiada atención a Charles Darwin. Las doctrinas que profesan se deben mas bien a algunos "herejes" del darwinismo, como Francis Galton (un primo de Darwin que inventó la eugenesia, según la cual la reproducción de la especie humana debe ser orientada como la de los animales domésticos  a fin de producir mejores ejemplares, teoría que los nazis pusieron mucho después en práctica de manera atroz) y Herbert Spencer, filósofo social partidario de un ultraindividualismo radical. 

El escalofrío de la belleza

En  Las Leyes, su último diálogo, el viejo Platón comenta que los humanos estamos sometidos a la forzosa pedagogía de dos maestros exigentes: el placer y el dolor. Ellos nos enseñan  con sus coacciones -gratas o terribles- a vivir y a sobrevivir. Como la mayor parte de lo que nos hace gozar y sufrir a los humanos es común para todos, el placer y el dolor son fuertes abrazaderas de la hermandad universal entre nosotros; pero como nadie  disfruta  y padece exactamente  con los mismos matices ni a lo largo de su trayecto vital ha estado sometido a los mismos estímulos, son también placeres y dolores los que nos dotan de una biografía irrepetible, los que perfilan la auténtica individualidad de cada cual. El placer y el dolor nos enseñan que somos "iguales" en lo general pero a la vez "diversos" en lo particular. De nuevo se comprueba que lo mismo que nos une -nuestros- "intereses"-, es también lo que nos separa, nos personaliza y quizá antes o después nos enfrenta. 

Tanto lo bello como lo bueno y por supuesto lo agradable, las categorías que Kant distingue y - hasta cierto punto - separa, derivan probablemente de un núcleo común centrado en un mismo objetivo: hacer la vida humana mejor, es decir más cooperativa y solidaria, más rica en en experiencias, más llena de imaginación, más confortable y exquisita, en una palabra, menos sumisa a la oscuridad devoradora e insensible de la muerte.
Resumen de resúmenes: lo bello comparte con lo bueno y lo delicioso la tarea de lograr que haya más vida y menos muerte... para los mortales.  Jorge Santayana,  pensador de origen español y existencia dichosamente vagabunda que escribió toda su obra en inglés...

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